(sobre el cine de Gaspar Noé)
Exordio. En los últimos años hemos oído, a los que nos gustan las películas
de cualquier índole, por lo menos, el nombre Gaspar Noé. Dependiendo de quién
enuncie, nuestras expectativas de él serán buenas o malas. Independientemente
de este rasgo, inherente a cualquier autor (ya sea de cine, de literatura, de
ensayos o de filosofía), hay un común denominador cuando se lo nombra: nos
encontramos ante un cine violento, melancólico y nihilista, donde lo visceral amenaza con destruirnos a nosotros, los espectadores.
Intentaré esbozar, a sabiendas de
su imposibilidad, un estudio objetivo sobre la obra de Gaspar Noé. Me propongo
a la vez que abordar su obra, es decir, sus tópicos, su estética, etc. abordar también
su propuesta cinematográfica. Por último, daré una breve opinión al respecto
sobre lo que creo que aporta al cine actual.
Reduciré el corpus de películas a
tan solo sus largometrajes que abarcan su obra más significativa, con una mención
algo breve de Lux Aeterna (2019) puesto
que es lo que podríamos llamar “una obra menor”. Ellas son: Seul contre tous (1998); Irreversible (2002); Enter the void (2008); Love (2015); y, por último, Climax (2018).
Influencias. Estas son muchas veces obvias y explicitas dado que
Noé las muestra constantemente en sus películas. Ello ocurre, por ejemplo, en
el departamento de Murphy y Electra en Love.
Cuelgan de las paredes posters de Taxi
Diver (1976) de Martin Scorsese o 2001:
A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick. También aparecen cintas de VHS
en la película Climax cuando se
presentan las entrevistas grabadas de cada personaje. Entre ellas podemos ver Suspiria (1977) del maestro de giallo Darío Argento (el director
italiano, de hecho, será el protagonista de su nueva película); Un Chien andalou (1929) del maestro del
surrealismo Luis Buñuel; Possesion (1981)
del polaco Andrzej Zulawski; Salò o le
120 giornate di Sodoma (1975) del poeta Pier Paolo Passolini, entre otras.
También hay, por supuesto,
influencias filosóficas y literarias. Entre ellas podemos ver la del escritor
argentino Osvaldo Lamborghini conocido por su literatura surrealista donde se
plasma la violencia en los sujetos del hampa; el filósofo francés Georges
Bataille conocido por su interés en el erotismo y los rituales; Nietzsche
pensador fundamental para el siglo XX y padre del cuestionamiento a los valores
morales; la contemporánea a Noé, Virginie Despentes con su famoso libro de
1993, Baise-moi; las obras de Freud,
tanto como las de su discípulo Carl Gustav Jung; la literatura de Franz Kafka,
conocido por su abordaje del absurdo, lo grotesco y los pesadillesco en la cotidianeidad;
los pensamientos de Oscar Wilde; los estudios realizados por el famoso antropólogo
Carlos Castaneda, muy popular en la contracultura hippie; entre otros.
Tanto en lo literario como en lo cinematográfico,
Gaspar Noé presenta una predilección por los autores considerados de culto donde la violencia, la
destrucción, la sexualidad y el surrealismo son la base constitutiva.
Tópicos. Por lo general, los tópicos, a diferencia de lo que ocurre
con otros directores, tienden a mostrarse explícitamente en el cine de Noé.
Podemos hablar, en primer lugar, del tópico de la destrucción. Desde Seul contre tous hasta Climax, los personajes caminan al filo de un
abismo de destrucción tanto autoinfligida como proporcionada por un ente ajeno
a ellos, los Otros. Los personajes avanzan hacia una destrucción de los demás pero
en ese movimiento también se autodestruyen. El protagonista de Love, por ejemplo, camina hacia la
destrucción de su relación con Electra para finalmente darse cuenta de que lo
que se destruyó no es tan solo su relación, cargada de amor y momentos tiernos,
sino su vida misma.
Más que una poética de la destrucción,
podríamos hablar de una poética de la aniquilación. Cuando los sujetos
destruyen y se destruyen no hay nada que los permita renacer de las cenizas. No
hay restos, los restos también se destruyen. No hay manera humana de
reconstruir todo aquello que fue. No hay manera de seguir adelante con la vida
más que en un estado de resignación e ira hacia el perpetuador de la
aniquilación: uno mismo.
Ligada a la poética de la
aniquilación, nos encontramos con la problemática del tiempo. Cómo bien anuncia
el Carnicero (personaje recurrente en las tres primeras obras de Noé), en el prólogo
a Irreversible, “el tiempo destruye
todo”. Las películas de Gaspar Noé nunca se narran de manera lineal. La obra es
fragmentaria. El tiempo se torna algo violento que sumerge al espectador, no
más a los personajes, en una espiral que desciende en movimientos virulentos
hacia el más oscuro pozo. Podemos ver cómo la tragedia empieza con el final y,
a pesar de ser este el principio más violento, la violencia esta dada no por el
hecho mismo, sino por cómo se ha llegado de la nada de un principio (hecho
final, como ocurre en Irreversible)
hacia ese final (que es, en un sentido lógico, el principio) irreversible.
El tercer tópico que aparece en
la obra de Gaspar Noé es algo más elemental, también ligado a lo latente de la
violencia: las relaciones interpersonales. Todas las películas están
atravesadas por el deseo de Uno de encontrarse con un Otro. Pero a su vez,
mostrando la violencia de las relaciones interpersonales y de cómo, mientras
más nos queremos acercar hacia el otro, más nos alejamos. Noé pareciera querer
hablarnos de como las relaciones interpersonales son las relaciones más frágiles
que existen en la sociedad. Una mínima decisión (engañar a tu pareja, no
prestarle atención, preocuparte de más, etc.) puede llevar a consecuencias
desastrosas en el Otro y en Uno.
Estética. Aunque la obra de Noé siembra detractores, hay algo de su
obra que es imborrable de la cabeza: la belleza estética de sus películas. Por
lo general en el cine Gaspar Noé no hay puntos medios: o la cámara hace
complejos movimientos o se queda parada en un lugar. Muchas de sus tomas son
con la cámara en picado o cenital. Cuando los personajes caminan o están en
movimiento, la cámara, siempre a las espaldas de los actores, queda centrada y
avanza sin hacer ningún tipo de paneo o movimiento brusco.
Luego tenemos los movimientos más
complejos de cámara, como los que ocurren durante la primera mitad de Irreversible donde le es imposible al
espectador comprender en donde esta topológicamente. O los movimientos de grúa
que aparecen en gran parte de la película Enter
the void.
La paleta de colores que utiliza está
muy ligada al contenido de sus películas. La utilización predominante del
naranja oscuro y un naranja más claro, como el uso del rojo le dan la sensación
al espectador de asfixia y de la violencia en la que están impregnadas las
tramas. Casi en toda su filmografía, exceptuando Enter the void, los colores predominantes son estos. No hace falta
ni mirar las películas, bastan los posters para ya hacernos una idea. Además, a
estos colores, hay que sumarle el negro. La ausencia de color permite delimitar
muchas cosas: un punto de vista, los personajes que son relevantes, etc. Muchas
veces los personajes principales aparecen en la oscuridad, de espaldas a la cámara
y aquello que se está viendo iluminado (ocurre mucho cuando los personajes se
encuentran en clubes nocturnos).
Personajes. Ya hemos mencionado la naturaleza destructiva de los
personajes. Cabe hablar también un poco de los personajes en sí, de su
fisionomía, de su manera de vestirse, etc.
En primer lugar, los
protagonistas de Gaspar Noé tienden a ser hombres. En algunos momentos, sin
embargo, el protagonismo de disipa. En Climax,
por ejemplo, la protagonista pareciera ser Selva, pero también lo es David. Lo
mismo ocurre en Irreversible.
Exceptuando Seul contre tous, en
todas las otras películas, los protagonistas hombres, aquellos que se imponen,
tienen el pelo rapado. Aunque parezca una nimiedad, es relevante señalarlo dado
que el autor, es decir, el Gaspar Noé director (no confundir con el Gaspar
Noé-sujeto social), es calva. Es complicado muchas veces, en el cine de Noé,
separar al autor de la obra en cuanto a los personajes que actúan dentro de
ella. No parece casual, por ejemplo, que Murphy tenga un poster de Taxi Driver y se vista con una campera
similar a la de Travis Bickle y, por supuesto, similar con la que aparece de
vez en cuando Gaspar Noé. Los hombres, tambien, tienden a ser machistas y
violentos, rasgo puesto a propósito por el mismo Noé para exacerbar dicha
violencia.
En segundo lugar, los personajes
mujeres tienden a representar los valores de belleza hegemónicos. No hay una de
ellas que no se haya desempeñado como modelo por fuera de las obras. El ejemplo
paradigmático es Monica Bellucci. Sin embargo, contrario a lo que se podría
creer cuando se recurren a estos binarismos, son mujeres idealistas, fuertes,
independientes y determinadas que muchas veces terminan siendo más o igual de
destructivas que los hombres.
Propuestas. Es complicado abordar las propuestas del cine de Noé. Principalmente porque estas no son claras o, mejor aún, son tan claras que parecen un absurdo nombrarlas. Es cierto sí que nos quiere mostrar aquello que ya hemos nombrado en los tópicos. Sin embargo, lo que quiero exponer es que en su cine hay una importancia fuerte en desacomodar, descolocar si se quiere, al espectador. El hecho mismo de sumergirlo en una espiral atemporal de violencia de cualquier índole genera un efecto peculiar en el que un espectador (sea este un fanático o un férreo detractor): uno no quiere seguir mirando pero a su vez tiene que seguir haciéndolo para lograr obtener algún tipo de enseñanza, algún tipo de resolución que de paso a la catarsis, desconociendo, más aún ignorando, que esto es inútil.
El espectador -podría argumentar- nunca llega al climax de las películas principalmente porque lo que ocurre en las películas de Noé es un desgarramiento. Si se considera el psicoanálisis para analizar las obras de Noé (del que, por cierto, no esta exento, como ya hemos mencionado), se puede hablar tranquilamente de una castración del espectador. En tanto que este nunca logra su cometido, su poder se ve reducido a la nada misma. Lo que se dice nada.
Peroración. Por más breve que haya sido la exposición, estos son
los elementos constitutivos de la obra de Gaspar Noé. Lo cierto es que más allá de la estética del director, no
hay nada. Las obras poco transmiten.
Las historias por más verosímiles que puedan ser, lejos están de las situaciones
reales que pueden atravesarlo a uno. Detrás de tanta violencia tan solo
encontramos una pomposidad barroca que no trae nada de innovador. Gaspar Noé ha
tendido a repetirse a sí mismo desde Love
en adelante, hasta el fiasco que es Lux
Aeterna. Ha recurrido, como tantos otros directores tales como Lars von
Trier, pero sin la genialidad de algunas puestas en escena de este, al
sensacionalismo de la provocación por el mero hecho de provocar con lo que no
es políticamente correcto. No hay en este gesto un movimiento estético que sea
revolucionario o que permita ser tomado en consideración.
Lo cierto es, sin embargo, que
estrenará una nueva película que promete ser diferente a lo que estuvo haciendo
hasta el presente. Quizá Gaspar Noé llegue finalmente a una madurez, donde los
temas tan humanos que aborda en sus películas logren una profundidad más honda
que se disipe con las torpes y irrelevantes provocaciones con las que insiste
en plagar su obra.
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