lunes, 22 de noviembre de 2021

El tiempo destruye todo. Un estudio.

(sobre el cine de Gaspar Noé)

 

Exordio. En los últimos años hemos oído, a los que nos gustan las películas de cualquier índole, por lo menos, el nombre Gaspar Noé. Dependiendo de quién enuncie, nuestras expectativas de él serán buenas o malas. Independientemente de este rasgo, inherente a cualquier autor (ya sea de cine, de literatura, de ensayos o de filosofía), hay un común denominador cuando se lo nombra: nos encontramos ante un cine violento, melancólico y nihilista, donde lo visceral amenaza con destruirnos a nosotros, los espectadores.

Intentaré esbozar, a sabiendas de su imposibilidad, un estudio objetivo sobre la obra de Gaspar Noé. Me propongo a la vez que abordar su obra, es decir, sus tópicos, su estética, etc. abordar también su propuesta cinematográfica. Por último, daré una breve opinión al respecto sobre lo que creo que aporta al cine actual.

Reduciré el corpus de películas a tan solo sus largometrajes que abarcan su obra más significativa, con una mención algo breve de Lux Aeterna (2019) puesto que es lo que podríamos llamar “una obra menor”. Ellas son: Seul contre tous (1998); Irreversible (2002); Enter the void (2008); Love (2015); y, por último, Climax (2018).

 

Influencias. Estas son muchas veces obvias y explicitas dado que Noé las muestra constantemente en sus películas. Ello ocurre, por ejemplo, en el departamento de Murphy y Electra en Love. Cuelgan de las paredes posters de Taxi Diver (1976) de Martin Scorsese o 2001: A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick. También aparecen cintas de VHS en la película Climax cuando se presentan las entrevistas grabadas de cada personaje. Entre ellas podemos ver Suspiria (1977) del maestro de giallo Darío Argento (el director italiano, de hecho, será el protagonista de su nueva película); Un Chien andalou (1929) del maestro del surrealismo Luis Buñuel; Possesion (1981) del polaco Andrzej Zulawski; Salò o le 120 giornate di Sodoma (1975) del poeta Pier Paolo Passolini, entre otras.

También hay, por supuesto, influencias filosóficas y literarias. Entre ellas podemos ver la del escritor argentino Osvaldo Lamborghini conocido por su literatura surrealista donde se plasma la violencia en los sujetos del hampa; el filósofo francés Georges Bataille conocido por su interés en el erotismo y los rituales; Nietzsche pensador fundamental para el siglo XX y padre del cuestionamiento a los valores morales; la contemporánea a Noé, Virginie Despentes con su famoso libro de 1993, Baise-moi; las obras de Freud, tanto como las de su discípulo Carl Gustav Jung; la literatura de Franz Kafka, conocido por su abordaje del absurdo, lo grotesco y los pesadillesco en la cotidianeidad; los pensamientos de Oscar Wilde; los estudios realizados por el famoso antropólogo Carlos Castaneda, muy popular en la contracultura hippie; entre otros.

Tanto en lo literario como en lo cinematográfico, Gaspar Noé presenta una predilección por los autores considerados de culto donde la violencia, la destrucción, la sexualidad y el surrealismo son la base constitutiva.

 

Tópicos. Por lo general, los tópicos, a diferencia de lo que ocurre con otros directores, tienden a mostrarse explícitamente en el cine de Noé. Podemos hablar, en primer lugar, del tópico de la destrucción. Desde Seul contre tous  hasta Climax, los personajes caminan al filo de un abismo de destrucción tanto autoinfligida como proporcionada por un ente ajeno a ellos, los Otros. Los personajes avanzan hacia una destrucción de los demás pero en ese movimiento también se autodestruyen. El protagonista de Love, por ejemplo, camina hacia la destrucción de su relación con Electra para finalmente darse cuenta de que lo que se destruyó no es tan solo su relación, cargada de amor y momentos tiernos, sino su vida misma.

Más que una poética de la destrucción, podríamos hablar de una poética de la aniquilación. Cuando los sujetos destruyen y se destruyen no hay nada que los permita renacer de las cenizas. No hay restos, los restos también se destruyen. No hay manera humana de reconstruir todo aquello que fue. No hay manera de seguir adelante con la vida más que en un estado de resignación e ira hacia el perpetuador de la aniquilación: uno mismo.

Ligada a la poética de la aniquilación, nos encontramos con la problemática del tiempo. Cómo bien anuncia el Carnicero (personaje recurrente en las tres primeras obras de Noé), en el prólogo a Irreversible, “el tiempo destruye todo”. Las películas de Gaspar Noé nunca se narran de manera lineal. La obra es fragmentaria. El tiempo se torna algo violento que sumerge al espectador, no más a los personajes, en una espiral que desciende en movimientos virulentos hacia el más oscuro pozo. Podemos ver cómo la tragedia empieza con el final y, a pesar de ser este el principio más violento, la violencia esta dada no por el hecho mismo, sino por cómo se ha llegado de la nada de un principio (hecho final, como ocurre en Irreversible) hacia ese final (que es, en un sentido lógico, el principio) irreversible.

El tercer tópico que aparece en la obra de Gaspar Noé es algo más elemental, también ligado a lo latente de la violencia: las relaciones interpersonales. Todas las películas están atravesadas por el deseo de Uno de encontrarse con un Otro. Pero a su vez, mostrando la violencia de las relaciones interpersonales y de cómo, mientras más nos queremos acercar hacia el otro, más nos alejamos. Noé pareciera querer hablarnos de como las relaciones interpersonales son las relaciones más frágiles que existen en la sociedad. Una mínima decisión (engañar a tu pareja, no prestarle atención, preocuparte de más, etc.) puede llevar a consecuencias desastrosas en el Otro y en Uno.

 

Estética. Aunque la obra de Noé siembra detractores, hay algo de su obra que es imborrable de la cabeza: la belleza estética de sus películas. Por lo general en el cine Gaspar Noé no hay puntos medios: o la cámara hace complejos movimientos o se queda parada en un lugar. Muchas de sus tomas son con la cámara en picado o cenital. Cuando los personajes caminan o están en movimiento, la cámara, siempre a las espaldas de los actores, queda centrada y avanza sin hacer ningún tipo de paneo o movimiento brusco.

Luego tenemos los movimientos más complejos de cámara, como los que ocurren durante la primera mitad de Irreversible donde le es imposible al espectador comprender en donde esta topológicamente. O los movimientos de grúa que aparecen en gran parte de la película Enter the void.

La paleta de colores que utiliza está muy ligada al contenido de sus películas. La utilización predominante del naranja oscuro y un naranja más claro, como el uso del rojo le dan la sensación al espectador de asfixia y de la violencia en la que están impregnadas las tramas. Casi en toda su filmografía, exceptuando Enter the void, los colores predominantes son estos. No hace falta ni mirar las películas, bastan los posters para ya hacernos una idea. Además, a estos colores, hay que sumarle el negro. La ausencia de color permite delimitar muchas cosas: un punto de vista, los personajes que son relevantes, etc. Muchas veces los personajes principales aparecen en la oscuridad, de espaldas a la cámara y aquello que se está viendo iluminado (ocurre mucho cuando los personajes se encuentran en clubes nocturnos).

 

Personajes. Ya hemos mencionado la naturaleza destructiva de los personajes. Cabe hablar también un poco de los personajes en sí, de su fisionomía, de su manera de vestirse, etc.

En primer lugar, los protagonistas de Gaspar Noé tienden a ser hombres. En algunos momentos, sin embargo, el protagonismo de disipa. En Climax, por ejemplo, la protagonista pareciera ser Selva, pero también lo es David. Lo mismo ocurre en Irreversible. Exceptuando Seul contre tous, en todas las otras películas, los protagonistas hombres, aquellos que se imponen, tienen el pelo rapado. Aunque parezca una nimiedad, es relevante señalarlo dado que el autor, es decir, el Gaspar Noé director (no confundir con el Gaspar Noé-sujeto social), es calva. Es complicado muchas veces, en el cine de Noé, separar al autor de la obra en cuanto a los personajes que actúan dentro de ella. No parece casual, por ejemplo, que Murphy tenga un poster de Taxi Driver y se vista con una campera similar a la de Travis Bickle y, por supuesto, similar con la que aparece de vez en cuando Gaspar Noé. Los hombres, tambien, tienden a ser machistas y violentos, rasgo puesto a propósito por el mismo Noé para exacerbar dicha violencia.

En segundo lugar, los personajes mujeres tienden a representar los valores de belleza hegemónicos. No hay una de ellas que no se haya desempeñado como modelo por fuera de las obras. El ejemplo paradigmático es Monica Bellucci. Sin embargo, contrario a lo que se podría creer cuando se recurren a estos binarismos, son mujeres idealistas, fuertes, independientes y determinadas que muchas veces terminan siendo más o igual de destructivas que los hombres.

Propuestas. Es complicado abordar las propuestas del cine de Noé. Principalmente porque estas no son claras o, mejor aún, son tan claras que parecen un absurdo nombrarlas. Es cierto sí que nos quiere mostrar aquello que ya hemos nombrado en los tópicos. Sin embargo, lo que quiero exponer es que en su cine hay una importancia fuerte en desacomodar, descolocar si se quiere, al espectador. El hecho mismo de sumergirlo en una espiral atemporal de violencia de cualquier índole genera un efecto peculiar en el que un espectador (sea este un fanático o un férreo detractor): uno no quiere seguir mirando pero a su vez tiene que seguir haciéndolo para lograr obtener algún tipo de enseñanza, algún tipo de resolución que de paso a la catarsis, desconociendo, más aún ignorando, que esto es inútil.

El espectador -podría argumentar- nunca llega al climax de las películas principalmente porque lo que ocurre en las películas de Noé es un desgarramiento. Si se considera el psicoanálisis para analizar las obras de Noé (del que, por cierto, no esta exento, como ya hemos mencionado), se puede hablar tranquilamente de una castración del espectador. En tanto que este nunca logra su cometido, su poder se ve reducido a la nada misma. Lo que se dice nada.

Peroración. Por más breve que haya sido la exposición, estos son los elementos constitutivos de la obra de Gaspar Noé. Lo cierto es que más allá de la estética del director, no hay nada. Las obras poco transmiten. Las historias por más verosímiles que puedan ser, lejos están de las situaciones reales que pueden atravesarlo a uno. Detrás de tanta violencia tan solo encontramos una pomposidad barroca que no trae nada de innovador. Gaspar Noé ha tendido a repetirse a sí mismo desde Love en adelante, hasta el fiasco que es Lux Aeterna. Ha recurrido, como tantos otros directores tales como Lars von Trier, pero sin la genialidad de algunas puestas en escena de este, al sensacionalismo de la provocación por el mero hecho de provocar con lo que no es políticamente correcto. No hay en este gesto un movimiento estético que sea revolucionario o que permita ser tomado en consideración.

Lo cierto es, sin embargo, que estrenará una nueva película que promete ser diferente a lo que estuvo haciendo hasta el presente. Quizá Gaspar Noé llegue finalmente a una madurez, donde los temas tan humanos que aborda en sus películas logren una profundidad más honda que se disipe con las torpes y irrelevantes provocaciones con las que insiste en plagar su obra.

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